domingo, 12 de agosto de 2007

Restaurantes II, De Maria

Este fin de semana he recibido la visita de mi hermanito y señora, con lo que ha tocado comer y cenar fuera de casa. El restaurante elegido para la comida del sábado fue la parrilla argentina De María propiedad del ex-jugador del Real Madrid Fernando Redondo.

Llegamos prontito, habíamos reservado a las 14:30 y arribamos allí a las 14:00 y aunque nos indicaron que podíamos entrar a la mesa directamente, nos tomamos una cervecita, para hacer tiempo, en la barra viendo como en la parrilla de esa zona empezaban a hacerse chuletones, entrecots, chorizos criollos para los comensales que optaban por comer comer allí. Apuramos nuestra cerveza y entramos a la mesa que nos habían montado junto a una pared cuajada de fotografías de famosos/famosetes que allí habían comido: la "Espe", Florentino Fernández, Fran Perea, Alejo Sauras, Eva Amaral, cinco integrantes de la plantilla del Valencia, Sabina, etc, etc (al salir vimos que también había ido Fernando Romay). Para comer nos decidimos por una ensalada de berros con espárragos trigueros, aguacate y parmesano, un chorizo criollo y una provoletta de entrantes, de segundos, mi "cuñi" se pidió un entrecot de ternera, mi hermano y yo decidimos compartir un lomo alto fileteado y verdura variada a la plancha como acompañamiento para la carne para dos personas, todo regado con agüita.

Para empezar, y tras un poco de queso de untar con fruta cortesía de la casa, nos trajeron la ensalada, o mejor dicho, cutri-ensalada porque consistia en medio aguacate a un lado del plato, dos espárragos de lata y dos trigueros bajo un buen pegote de berros (recién sacados de la bolsa imagino), sobre los que había esparcido un poco de queso parmesano. Puede que nos equivocásemos con la ensalada, durante la comida desfilaron algunas que tenían mejor pinta, pero a todas luces son raciones individuales, cosa que comprobamos con el resto de entrantes. La provoletta, que estaba buena, era poco más grande que un donut (de circunferencia se entiende), y el chorizo criollo, muy bien hecho y muy sabroso tanto sólo como con salsa criolla, no era más grande de 10 cm.
La carne fue otro cantar, Cristina se había pedido su entrecot muy hecho, y le trajeron un "cacho" de carne de medio kilo más o menos, que además de ser muy fácil de cortar en plato (y no era sólo gracias a los inmensos cuchillos que nos trajeron), al llevarlo a la boca se deshacía casi sin masticarlo y del lomo alto que me zampé con mi hermano ni hablamos... que cosa más rica. Cuando nos lo trajeron, hecho filetitos muy finos con su sal gruesa por encima y rojito (lo habíamos pedido poco hecho) pensamos que iba a saber a poco, que hubiese sido mejor pedir dos
raciones individuales... pues no, nos "jartamos" con una carne que bastaba con poner sobre la lengua para que se deshiciese, cago en la leche que buena estaba la joía. El acompañamiento para la fue normal, unas rodajas de verduras a la plancha sin misterio y como obsequio de la casa un sorbete de mandarina al pedir la cuenta.

Y llegó la hora de pagar, tachammmmmmmmm, 100 eurazos me dijo mi hermano, caro teniendo en cuenta las raciones de los entrantes y que sólo habíamos bebido agua. Al final descubrimos que las cervezas de la barra nos la habían cobrado a cerca de cuatro euros, las cuatro botellas de medio litro de agua a 2,50 y el pan a 5 euros (el que nos trajeron, 3 bollos y dos bolsitas de palitos).

No sé si volveré porque me parece excesivamente caro por disfrutar de la carne, pero si vuelvo, tengo claro que un entrante para cada uno, y las bebidas las justas.

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